29-12-2016
Daniel Demarzini es el propietario, entrenador y criador del velocista que en noviembre se llevó el Clásico UTTA en los 700 metros del Jockey Club de Villa Elisa. Una de las notas del año en la que se deja constancia del amor por esta actividad.
Una de las tantas postales del turf federal en el 2016 fue la algarabía que se vivió en la redonda triunfal del Jockey Club de Villa Elisa, a escasos segundos de la definición del Clásico UTTA que lo tuvo a Thiago como el principal protagonista en una contienda sobre 700 metros.
La nota a color y diferente surgió cuando se conoció que Daniel Demarziani, el hombre que no dejaba de gritar con euforia el nombre de Thiago; cumple la función de entrenador, propietario y criador. Una victoria con variadas funciones y conociendo esos datos, se hacía más entendible la alegría de su entorno.
“El caballo se llama como uno de mis hijos y ya le tuve fe desde que hacia sus primeros pasos como potrillo. Las carreras de caballos es todo para mí. Lo disfrutó con intensidad y cada conquista es única”, sostiene Demarzini con el trofeo en mano; el mismo que le fue entregado por Ricardo Solaro, el dirigente de UTTA que fue testigo de la carrera de Entre Ríos.
Al tener diversos vínculos con Thiago es imposible mantener la calma para Daniel. “Lo acompañó hasta la gatera porque es algo indócil y, de paso, se me hace más rápido la previa a la largada. Ahora le daría una posibilidad más para correr en Buenos Aires”. El caballo salió con tanta furia que casi se va de manos. Fue apenas un susto, en lo que después derivaría en una conquista con un conjunto de matices. Historias que sólo el turf federal puede entregar.