04-12-2023
En otro curso de la UTTA para quienes trabajan junto a los caballos, se abordó en forma gratuita y virtual un tema de enorme vigencia ante la situación sanitaria en el país.
A raíz de las detecciones de encefalomielitis equina en diversas provincias argentinas y la situación sanitaria delicada anunciada por el SENASA, la UTTA ofreció el lunes 4 de diciembre una charla abierta, gratuita y virtual pensada en despejar dudas y ayudar en la detección y prevención de este virus. Con la premisa de siempre, de acompañar a quienes trabajan junto a los caballos, esta última capacitación del año abordó en este caso una temática vigente y de alta demanda por profundizar y aprender sobre todo lo que la rodea.
“Es una patología muy concreta del sistema nervioso central que afecta al cerebro y a la médula espinal”, precisó inicialmente el médico veterinario Juan Antonio Rodríguez Portas, presidente de la Fundación Argentina de Veterinaria Equina y a cargo del curso. “Afecta a varios mamíferos incluidos los caballos, y también a los seres humanos, por eso es considerada una zoonosis”, contextualizó.
“Es una zoonosis, pero es la más leve o la menos grave. Provoca náuseas, vómitos, anorexia, dolor de cabeza, fiebre o escalofríos en las personas”, indicó sobre la denominada Encefalomielitis del Oeste. “Para los caballos es la más benigna de las tres que se conocen, la de menor mortalidad y consecuencias. La del Este tiene una alta mortalidad (un 90%) y la Venezolana oscila entre el 40 y el 90”, comparó.
“La primera preocupación es qué sintomatología tiene, hay muchos que diagnostican clínicamente lo que no se puede. Se puede sospechar, pero sabemos sólo si hay una muestra del animal, va al laboratorio y da positivo. Hay señales: pierden el equilibrio, deambulan, van desde la depresión a una híper excitación, tropiezan, a veces hay un aumento de la temperatura corporal…”, detalló Rodríguez Porta.
“¿Cómo podemos hacer para minimizar el impacto? Los que trabajamos con caballos sabemos que inicialmente es algo voluntarioso, porque no va a ser una acción efectiva. Medidas preventivas como fumigar, cortar el pasto y utilizar repelentes son de relativa ayuda, pero sirven hoy. Al caballo enfermo hay que trasladarlo muy lentamente. Creemos que no hay traspaso de la enfermedad de caballo a caballo, por lo que parecería tonto aislar a los caballos o detener el movimiento, pero los mosquitos y moscas sí se trasladan con ellos. Por eso hay que disminuir los movimientos por unos días lo máximo posible”, explicó.
Al ciclo de la enfermedad se lo denomina etiopatología. “El mosquito pica a las aves, se contagia, toma el virus y lo contagia al caballo cuando lo pica. Las aves silvestres y los pequeños roedores son los reservorios del virus. Las lagunas de Llancanelo (Mendoza) y de Mar Chiquita (Córdoba) son enormes aeropuertos naturales, donde aterrizan y parten miles de aves, y esa vía aérea es el principal transporte para la dispersión de la enfermedad”, expuso.
No hay que alarmarse. Está latente nuestra relación con los microorganismos. “Es fundamental que comprendamos que convivimos con diferentes seres vivos, macroscópicos y microscópicos. Todos intentamos sobrevivir. Ellos también. El 10% de nuestro peso corporal corresponde a microorganismos. Debemos buscar equilibrio entre ellos y nosotros, porque todos somos necesarios”, agregó.
“Al Titanic, el mejor barco, en el primer viaje lo perdimos. El hombre no es súper poderoso. La evolución del conocimiento nos debería llevar a la humildad”, ejemplificó. “El proceso simbiótico es permanente, prosigue sin cesar. Las baterías nos afectan, pero sin ellas no habría manera de hacer un cultivo. No le tengamos tanto miedo porque con muchas podemos convivir. Hay que estar atentos contra las que no podemos luchar”.
¿Cómo se soluciona? “Todo lo que hagamos resulta cosmética en medio de la situación actual, cosas que hacemos por ayudar hasta solucionar el problema de manera inteligente. La herramienta de protección es la vacuna, sólo vacunando protegemos a los animales. Contra lo que uno esté correctamente vacunado está protegido, con la reserva biológica de que una entre millones pueda infectarse”, dijo.
“La Fundación buscó que SENASA actuara bien ante la presencia de la enfermedad. Las vacunas que van estando disponibles se envían a las zonas afectadas. No tiene sentido, ante la poca cantidad que hay, enviarlas a una zona como Tierra del Fuego, que no va a tener el vector”, ejemplificó.
Al momento de las reflexiones, recordó: “El error es que se sacó la obligatoriedad de la vacuna. En la Argentina no se vacuna tanto por convicción y al desaparecer del calendario la vacunación, los laboratorios dejaron de hacerla con frecuencia. La culpa es compartida, a partir de una mala decisión de un director del SENASA en 2016. También somos culpables por no haber exigido que se continúe con la vacuna en el programa y no recomendar enfáticamente que se siga vacunando pese a que no se la exigiera. Los dueños de caballos los desprotegieron amparados en causas económicas. El resultado es lo que pasa hoy. Todos perdemos batallas todo el tiempo, pero no podemos perder la lección que deja esto”.
¿Hay un plan sanitario ideal? “Un plan es bueno cuando no sucede ninguna enfermedad o se reduce a un mínimo, porque en biología no existen los totalitarismos. Desde 1988 no teníamos un diagnóstico de esta enfermedad, es cierto. Tal vez hubo, pero no se la denunció. La carencia de la identificación no representa que no haya existido. Hay que exigir a los veterinarios que se capaciten, que hagan buenos planes”.
Luego de la exposición, los asistentes intercambiaron inquietudes con el orador, en un ameno ida y vuelta de suma utilidad para disipar algunas dudas. “No debemos preocuparnos, sino ocuparnos. Hay que vacunar lo antes posible. La mayoría de las actividades hípicas programadas para enero se van a afectar muy poco. Es importante no diseminar la enfermedad”, puntualizó en medio del debate. Allí, nuestro Secretario Adjunto Ricardo Solaro les agradeció su participación a todos e invitó a las próximas capacitaciones.