26-05-2021
En dos ciclos y de manera virtual, la médica veterinaria Mariela Verónica Heredia disertó ante más de 150 asistentes sobre “Primeros auxilios equinos” y el principal interrogante: Qué hacer durante una emergencia antes que llegue el especialista.
Con récord de inscriptos, de manera virtual y en dos jornadas en semanas consecutivas, se desarrolló una nueva capacitación de la Unión de Trabajadores del Turf (UTTA), que en plena pandemia sostiene uno de sus pilares, como es tradicional en la organización que preside Carlos Felice, su Secretario General. Esta vez, con la médica Mariela Verónica Heredia como disertante, la clínica de “Primeros auxilios equinos” se enfocó en una pregunta: ¿Qué hacer durante una emergencia antes que llegue el veterinario? Así, se mantiene con firmeza nuestra prédica por el trabajo, la seguridad, educación y nutrir de conocimientos a quienes componen la actividad hípica a nivel nacional, de punta a punta del país.
Más de 150 asistentes conectados desde decenas de ciudades de todo el país escucharon cómo afrontar las situaciones claves en ese tipo de urgencias y se debatieron todo tipo de experiencias. “Mantener la calma, llamar al veterinario, que siempre es recomendable tener varios contactos, buscar ayuda de personas idóneas y tener acceso a un botiquín completo son aspectos fundamentales en cualquier tipo de emergencia”, se planteó como premisa de base, en una industria donde lo laboral tiene un rol clave y determinante. Nuestras acciones, se sabe, siempre se vinculan a la calidad de vida de los caballos y, como consecuencia, de las condiciones de trabajo de las trabajadoras y los trabajadores.
Sobre las heridas, Heredia las dividió en incisas (poco dolorosas, aunque pueden complicarse con hemorragias y lesiones de tejidos subyacentes), lacerantes (mordeduras de perros) y punzantes (por clavos o espinas, presentan mínima hemorragia aunque alta contaminación). “En el manejo del tiempo transcurrido tendrá como consecuencia un menor o mayor grado de contaminación”, precisó. Además, analizó las ventajas del vendaje, la necesidad de higienizar diariamente manos y patas si no se utiliza vendas y hasta surgieron ideas: “El azúcar es un excelente cicatrizante, así como el almíbar en gel espeso. Utilizo mucho el aceite ozonizado, el aceite de ajo y preparados en base a aloe vera”.
Se subrayó que “nunca se debe desestimar el sangrado ni de dónde proviene” y propuso “enseguida realizar compresión manual de cinco minutos con gasas o material limpio, y pasado ese lapso, es necesario un vendaje compresivo o un torniquete hasta la llegada del veterinario”. Jabón neutro, soluciones antisépticas y agua limpia con manguera o aspersores son aliados de las curaciones, con una muy especia recomendación: “El agua oxigenada sólo debe ser utilizada en heridas punzantes, y enjuagando enseguida sí o sí”.
Por otra parte, los cólicos tomaron el centro de la escena en la segunda mitad de la exposición, tras las palabras de Ricardo Solaro, nuestro Secretario Adjunto. A partir de la conciencia de que se puede potenciar el rendimiento de los caballos con una buena alimentación, un correcto entrenamiento y adecuadas condiciones sanitarias y veterinarias, se vela así por una actividad transparente, segura y libre de riegos para quienes se desempeñan en la industria día a día.
Se apuntó a las causas más frecuentes (cambios bruscos en la alimentación, exceso de granos, falta de agua, entre otros) y a la consideración de situaciones predisponentes. Para ello, Heredia reclamó atención especial en “la variación del temperamento, algo que incluye a caballos que son altamente sensibles al dolor y los que, por el contrario, son muy resistentes”. Siempre poniendo énfasis en que “es básicamente un dolor abdominal y no se trata de una enfermedad sino de un signo, pero requiere su tratamiento urgente porque puede llevar a la muerte del animal”. De hecho, “pueden ser espasmódicos o gaseosos, que son los más comunes y casi siempre pasan sin medicación, pero su reiteración por irritación puede llevar al cólico estrangulante”.
Así, entonces, se indicó sobre la importancia mayúscula de “colaborar con el veterinario aportando datos concretos, como hora de inicio y frecuencia cardíaca, y saber reconocer las diferencias con su estado normal, la hidratación y caminarlo suavemente si está nervioso, por unos 15 ó 20 minutos, como para favorecer el movimiento intestinal, ya que los caballos no producen vómitos”. En cambio, “no hay que darles de comer, ni diuréticos, poca agua, y nunca un enema por el riesgo de rotura de recto”, remarcó la veterinaria, cuya voz fue seguida muy atentamente por todos, ya que este tipo de capacitaciones también salvan vidas.